martes, 11 de marzo de 2008

De diplomacia y comida












Voy a hablar con mi jefe algunos asuntos.
Cuidado con herir susceptibilidades.
Noo, si soy un diplomático en potencia yo...
Ah, ya.
No me mande a Bolivia eso sí. Ni a Perú. Que tan diplomático no soy. O sea, a mí la parte de la diplomacia que me gusta es la de los cotelés, ¿me entiende?
Ah, claro, pero... eso de andar de diplomático en Kazajstán y tener que escuchar un discurso de una hora y media en el cual lo único que usted reconoce es la palabra "Chile"(ante la cual se levanta cada vez, por si acaso), para esperar un cotelé de caviar... No sé, oiga.
Mmmm... ¿caviar con vodka heladito? Yo voy
Yo no sé...mi tolerancia a los discursos es relativamente baja.
Pero cuando se empieza a aburrir, piensa en el caviar y ya.
No sé, oiga... ¿Y las tripas que suenan? ¿Y la salivación? No, si no es tan fácil.
Todo está en la mente.
Ahora, imagínese la misma situación pero que el cotelé es una comida clásica de Kazajstán en base a guatitas, pepino de mar y no sé... ¿ratón? ¿Ah?
No pues, hasta ahí no más llegamos.
Aaaaaaaaah, ¿ve? ESO es ser diplomático. Sé de una persona, un diplomático que alguna vez tuvo una comida en una embajada japonesa o china en algún lugar del mundo y la comida consistía en muuuchos platos, pero que venían en unas ollitas de porcelana, con tapita. Era como dim sum, ¿me capta?
Le capto... y no tenía idea qué estaba comiendo, ¿no?
No, además el personaje en cuestión es lo más mañoso que hay, así que levantaba la tapita, olía, tapaba la ollita y la dejaba pasar. Lo fino es que nadie se daba cuenta de que no comió nada.
Eso es ser diplomático... Pero es trampa, porque con ollitas cualquiera lo hace. Lo difícil es cuando el seso de mono viene en plato abierto. Ahí lo quiero ver.
Uh, sí... eso no me gustaría. El problema es que esta persona (no entraré en detalles respecto a su identidad) encuentra tan asqueroso los sesos de mono como el arroz con leche.
Yo también, la verdad.
¿¿¿No le gusta el arroz con leche???
No, ni un poco.
Peeeero. Y a mí me queda tan bueno. ¿Algún trauma infantil?
No, para nada... simplemente gustos.
Ah. Una lástima. ¿Es usted mañoso?
Para nada.
Con el arroz con leche es el problema.
Claro. Y los interiores.
Sh, ahí sí que sí... es que eso no se come, pues.
Lo mismo digo yo... y poco más, la verdad... del resto, como de todo.
Ajá. Mientras sea hipo.
Claro. Por ahora, eso sí, porque no pretendo comer eternamente hipo. O sea, como dice Alfredo Alonso, hay un límite.
Claro.

2 comentarios:

montt (el que no dibuja ni palitos) dijo...

No solo el comensal mañoso tiene que ser diplomático. Si a usted lo invitan a comer anticuchos de corazón cuando todos sabemos que usted no come anticuchos de corazón, pero sin embargo queremos que esté ahí, la diplomacia corre por nuestra cuenta. Y le invitamos a comer, en vez, anticuchos de lomo con un aliño muy especial y secreto. Así usted también come, nosotros también comemos y todos disfrutamos de la compañía del otro.

Y así queda de manifiesto que la principal destreza de la diplomacia es manejar y controlar dónde se ubica la ignorancia.

Anónimo dijo...

Diplomacia...El concepto nos habla de Solución de conflictos a través de negociación, y obviamente hay personas a las que les resulta más simple solicitar, conseguir algo o negarse a, consiguiendo todo o llegando a consensos de la mejor forma posible, que para otras, que cuando no son apoyados o les rebaten se sienten atacados y levantan la voz, se molestan y derivan la discusión a temas que generalmente, van a parar a formas de agravios personales...

Probablemente nos encontremos con más acerca de la idea citada, en el Manual de Carreño...jijiji...

Salu2